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jueves, 1 de noviembre de 2012

EL ATENTADO DE SANTOS CONTRA LA CLASE MEDIA


MARTES 30 DE OCTUBRE DE 2012 22:58 JUAN FERNANDO GONZÁLEZ G.
En Colombia se favorecen con “perdón y olvido” los guerrilleros, los paramilitares, los miembros de las Bacrim.
Los premian conbeneficios para que retornen a la llamada vida civil. Matan, roban, secuestran. Al final se arrepienten “de boca para afuera” y terminan llenos de prebendas, haciendo honor al dicho popular: “el que peca y reza empata”.
En irónico y doloroso contraste, existe un crimen imperdonable: el éxito derivado del estudio y el trabajo honrado.
Quienes optan por sacrificar los fines de semana preparando exámenes mientras los futuros maleantes se emborrachan con prostitutas, terminan siendo perseguidos no solo por la delincuencia, sino también por el Estado.
Al final, sus esfuerzos por alcanzar una profesión y especializarse son castigados sin piedad. Los diplomas que alegran el día del grado, se convierten en lápidas tributarias. Aunque los profesionales devenguen poco en proporción a su nivel de idoneidad, son considerados “ricos”. Los gobiernos les imponen la obligación de prestar servicio social y subsidiar por igual a los estratos bajos y a las empresas más poderosas del país.
Esta realidad se está evidenciando con el atentado contra la clase media que tramita en la actualidad el Gobierno Santos ante el Congreso de la República.
Con razón ha dicho el Senador liberal Camilo Sánchez Ortega: “con las modificaciones, a una familia de clase media, que devenga entre tres y ocho millones de pesos, le estamos metiendo otros golecitos en temas como la salud, ya que se subirá el IVA del 10 al 16 por ciento en medicina pre-pagada”.
Expuesto en otros términos: el Estado cumple a medias su obligación de garantizar la salud de los ciudadanos. Personas con medianos ingresos suplen las deficiencias asumiendo la carga de una costosa medicina privada. A cambio, las castigan aumentándoles el impuestos al valor agregado. Para esa gracia es mejor declararse en banca rota y “colarse” en el Sisben.
Aunque lo niegue, Juan Manuel Santos mintió en campaña cuando anunció que no subiría las tarifas de los impuestos. Posiblemente lo prometió en beneficio de las altas esferas empresariales y del sector financiero; no así en favor del colombiano promedio. Por eso me asusté cuando la Andi respaldó el proyecto de reforma tributaria. La tranquilidad de los poderosos ante las nuevas cargas impositivas es la antesala de la crucifixión de los estratos medios, de quienes emanan los recursos para conservar la estabilidad de los adinerados.
Son válidas las críticas del Senador Jorge Enrique Robledo cuando afirma que subirán los impuestos a los que menos tienen: “La renta baja del 33% al 25% para las empresas. Esto cuesta $8,06 billones, dinero que se dejará de recibir y habrá que conseguirlo en alguna parte, y eso es con más impuestos al trabajo, a las clases medias”.
Con el Impuesto Mínimo Alternativo Nacional (IMAN), quienes perciban entre $5’150.000 y $15’000.000 estarán severamente gravados. ¿Esa renta mensual convierte a alguien en “adinerado”? No lo creo. Es una remuneración superior al ingreso promedio, pero no tan significativa como parece. Hagamos cuentas: alguien que reciba al mes diez millones de pesos (que se convierten en menos de $9 millones tras las retenciones), tendría que trabajar más de un año, sin gastar un pesoy sin comer, para comprar una casa modesta. Si eso es riqueza, estamos graves en Colombia.
Curiosamente, y tal como denuncia el Senador Robledo, el sector bancario se beneficiará con bajas en los impuestos. A lo cual se añadirá en el 2014 otro“regalito” importante para los banqueros.
Desde ese año, sólo serán tenidos en cuenta para descuentos tributarios los pagos que se realicen a través del sistema financiero. Y el dinero en efectivo quedará deslegitimado como medio idóneo de pago.
Hay algo peor. Muchas personas humildes utilizan los giros nacionales para enviar a casa lo del mercadito. Padres de familia que a fuerza del “rebusque” se ven forzados a emigrar a regiones apartadas, giran cien mil o ciento cincuenta mil pesos mensuales a sus familias. Ahora, además, pagarán impuestos por ello. ¿Es eso favorecer a las clases populares y cargar más tributos a los pudientes”?

Sabemos que Juan Manuel Santos nació en cuna de ricos. No hace falta que lo demuestre ensañándose contra quienes, sin contar con esa suerte, han logrado superarse a costa de sacrificios y dedicación.
extraido  de:
 

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